Chocàme que me gusta!

Aprovechando este otoño que se parece mas a una primavera/verano, con sus generosos 25º diarios, nos dispusimos a emprender viaje a las playas mas cercanas a casa que se encuentran en la riviera romagnola.

Pasamos un dìa espectacular. Los nenes casi se meten al agua, que dicho sea de paso, su temperatura invitaba a darse un chapuzòn.

Pero esto no es lo que les querìa contar hoy.

Lo tragicòmico digno de post sucediò en el camino.

Es bastante comùn por estos pagos cruzarse con màquinas impresionantes como Ferrari, Porsche, Corvette, etc. Pero mas comùn aùn, es que los dueños de dichos autos crean que son seres superiores a todos los pequeños y pobres inmundos mortales que no poseemos semejante objeto de veneraciòn (suya).

Entonces, munidos del poder que les confiere el auto, van haciendo luces largas para que todos los otros infelices conductores de maquinas de juguete, se corran y los dejen pasar primero.

Hoy pasò algo que me hizo reir mucho, fuè como una venganza silencia a tanto atropello de parte de los dueños de estos coches.

Ibamos por una calle de un solo carril pero bastante ancho, y estaba esta imponente Corvette roja tratando de pasar a un humilde Fiat Tipo. Supongo que el de la Corvette ya vendrìa molestando al pobre viejo del Fiat desde antes. Y supongo esto porque cuando el de la Corvette lo intentaba superar, el del Fiat le movìa el auto apropòsito para que no pudiera pasar, como queriendo que lo choque. Estuvo asì unas 2 o 3 cuadras, el de la Corvette trataba de pasarlo por la derecha, por la izquierda, por arriba, no le importaba nada. Pero el viejito del Fiat, gallardo, le ponìa el auto adelante en cada movimiento que el otro hacìa.

Una vez que la Corvette pudo superarlo, cuando se ensanchò la calle, se le puso al lado, le gritaba y le hacìa señas como para que el viejito se detuviera. Pero èl muy pimpante siguiò viaje sin siquiera mirarlo.

No se de donde vendrìa esta pelea, ni tampoco sè si el viejo estaba chiflado, pero conociendo un poco a estos tipos de autos lujosos y sus infulas de superioridad, me diò la sensaciòn que el hombre del Fiat hizo un poco de justicia.