martedì 31 maggio 2011

Homenaje al soldado desconocido

No, no fuì a una guerra por suerte. Pero no creo exagerar si digo que gracias a un soldado no terminè en un hospital.

Es dificil resumir en pocas lineas lo que fueron estos meses, porque aunque me parezca mentira ya van varios meses que no toco este blog.

Voy a empezar por el final de la historia: 9 mujeres terminan de trabajar y el ascensor o mejor dicho montacargas que las tiene que trasportar a la planta baja, se bloquea. Sumemos a la situacion de encierro 2 claustrofobicas que gritan y lloran como locas (no era yo ninguna de ellas, aunque no me faltaron ganas), el calor sofocante de una noche de fines de mayo y el oxigeno que empieza a escasear.

Gracias a Dios del grupo de mujeres una de ellas no habia subido al fatidico montacargas y pudo pedir ayuda. Todo esto se desarrolla en una academia militar centenaria donde las distancias son kilometricas, la senial del celular obviamente es nula y nadie podria escucharte hasta el otro dia donde encontrarian solo los fiambres de 9 minas que terminaron sus vidas de la forma mas escualida que se podria imaginar....

Puedo asegurar que los minutos son horas cuando uno se encuentra en una situacion semejante y te da la impresion que desde afuera nadie esta haciendo lo suficiente para ayudarte, los bomberos tardaron casi una hora en llegar y cuando llegaron ya estabamos afuera. Derepente en ese encierro desesperante el ascensor se empieza a mover de a un centimetro a la vuelta, muy lentamente alguien nos estaba haciendo subir y no era Dios (por suerte!!), de a poquito la pared se fuè conviertiendo en puerta, en esa puerta que tanto deseabamos que se abriera para que al menos nos llegara el aire, y en una abrir y cerrar de ojos estabamos afuera con una de nosotras inconciente y los primeros auxilios de los bomberos (que por fin habian llegado!)reanimandola. Era el soldado desconocido que se metiò en la cabina de comandos del ascensor y empezò a tirar de una cadena para salvarnos. Un pibe de unos 20 anios, con la remera sudada del esfuerzo y los ojos rojos de la emocion por habernos ayudado. No nos alcanzaron las palabras para decirle gracias. Que Dios lo bendiga!! nunca supe su nombre, y no creo volver a verlo nunca porque a ese lugar no volverè jamas, pero se lo voy a agradecer mientras viva.

La noche no terminò ahì, era mi ultima noche de trabajo en el restaurant de la academia militar y nunca pensè que iba a tener tanta mala suerte en una sola noche...

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